sábado, 21 de marzo de 2009

El carácter del secreto


Entonces la mujer de Lot miró atrás,
a espaldas de él y se volvió estatua de
sal.
Génesis, 19/26


Podría decirse que el secreto es la parte inviolable y recóndita del ser humano, la he comparado como un elemento indivisible que supera la estructura del átomo.
El secreto permanece en la más tenebrosa penumbra, supera a la vida misma de la muerte. Puede llenar nuestras mentes; es fatalidad, es energía contenida, es un soplo sin salida…Es mortaja.
El secreto también reviste la más compleja fidelidad; quizá también sea en la vida el mayor pecado capital.
Dostoievsky en su Crimen y Castigo, ha sido, quién lo pone al descubierto y quien mejor ha retratado su anatomía, la convierte en enredadera, sometiendo en su abrazo a los protagonistas; sus personajes, a él mismo.
…Ha habido quienes no soportan su peso y la revierten en variadas formas, entonces se refleja en desdicha, como el oscuro pasado que condena a Jean Valjean* a vivir en un presente huidizo, haciendo de su vida una prolongada tragedia.
El secreto produce horrendas patologías mentales que marchitan el cuerpo, prohibiendo la luz y colapsando la mirada, envenenando el aire y disfrazándose de locura. La ubicación del secreto va más allá de las entrañas, está en toda la naturaleza humana; inunda los sentidos, también se halla en ninguna parte. Cuando el secreto ronda bajo la túnica del fantasma, surge entonces la rémora del morbo; es decir, juega con el ansia primitiva del hombre, retornamos a las cavernas donde vive el instinto; mas el secreto en su sugerencia…Permanece, jamás se concreta, ** es volátil, es etéreo, es abstracción, no existe escalpelo que lo torne visible.
El secreto es el móvil de las más oscuras pasiones, o nos hace héroes o nos convierte en santos. Ronda las mazmorras, se camufla en las iglesias; bajo las alcantarillas, se pinta de carmín, viste en andrajos o en ropajes con hilos de oro; quién prescinde del secreto deja de ser hombre.

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