miércoles, 18 de marzo de 2009

Habla el hijo


En este día como es costumbre, se ha puesto el sol al horizonte, y los pájaros de nuevo han jugueteado entre las ramas de los árboles canturreando la alegría del final del día..., en Xalapa las jacarandas en su mar violeta enseñorean el velo niebla del paisaje, intuyo que en Papantla lo mismo hará el framboyán con su púrpura de vida, sin embargo el clima hace la diferencia en los humores del hombre; los grises de Xalapa evidencian la nostalgia de un humor brumoso, harto melancólico; en Papantla el claro del ambiente y el sopor húmedo de costa enardece los rostros viviéndose la víscera pasional. Este es nuestro mundo, el tuyo y el mío, costa y montaña. En ambos las emociones se sienten diferente, se viven diferente, en uno es el retrato vivo del recato, y en el otro, el erotismo del ambiente monta el aire. Así es mayo, delirio y pasión, luz y sombra, índice de la primavera, vértice de la maternidad, elocuencia del arrullo, Venus del aroma, símbolo del movimiento. A medida que transcurren los segundos la idea de la creación se vuelve más clara, como alguna vez el feto creciendo en tus entrañas, danzando al ritmo de tus pasos, flotando en el cosmos de tu sangre, acaso te interese saber que antes que posaras la mirada, en el rostro rosado de tu carne que emergía del fondo de tu centro, ya antes, en la semioscuridad de tu vientre, ese latido incipiente se había investido con la mirada de los ciegos, vislumbrando el naranja de tu abrazo... Pero aún ésta subyace a la ley de la añoranza de lo perdido*. El único movimiento que le está permitido al hijo es romper, no desasirse**. Así, existe invisible lazo, movimiento infinitesimal, emociones a su vez del hijo, del hijo, del hijo; e incluye también a quienes jamás conocimos, y que sin embargo, hay mezcla de resabios en la marea roja que se agolpa en este lazo que nos une: somos suma, mezcla, ciclo, ritmo, sincronía de latidos, intuición y abandono.
También hay mucho que decir de las madres silenciosas, de las madres tristes, de las madres nostálgicas, de las madres iracundas, de las madres irascibles, que a su vez son hijos incompletos, hijos necesitados, hijos incomprendidos, hijos que se fundaron en la ausencia, que se aventuraron más allá de sus límites emocionales, son los hijos de la espera, los eternos necesitados, temperamentos insaciables.
Violeta y púrpura. Mayo en primavera, montaña y costa, eterno lazo de sangre. Mi madre y yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario