sábado, 21 de marzo de 2009

La inocencia o la ignorancia de la moral.


En el hombre, antes de que exista en él la semilla de la moral, su ser se encuentra inundado de inocencia. En su devenir, una vez que desaparece la moral de las competencias humanas (háblese de los espíritus libres) también se llega a la inocencia. ¿Qué es lo que cabe dentro de la inocencia? Si realizamos un viaje a su núcleo llegaremos a contemplar que su fundamento tiene que ver con la voluntad del hombre y que esta se reduce necesariamente a lo que le dictan sus instintos primitivos, es decir, el hacer fundado en la ignorancia de sus resultados, como es de esperarse, en ese estado edénico, no entra en juego la parte racional, o bien, la que trae consigo el aprendizaje de la moral, que, aunque se vislumbra incipiente como resultado de la interacción social --pues el rasgo civilizatorio siempre es inevitable--, existe una supremacía del deseo como leit motiv --entendido como satisfactor--. El parecido de esta naturaleza con el ámbito animal, es importante.
La extirpación de la moral para Nietzsche comienza con la muerte de Dios. A partir de la desaparición de la deidad, posibilita en su tesis, el dominio de la voluntad por el hombre, la supremacía de la inteligencia otorga poderes ilimitados sobre sus emociones y actos, sin embargo, ante la castración de la moral aprendida, no existe la posibilidad del mea culpa y ante esta evidencia, se presume el retorno a la inocencia. Posiblemente Nietzsche vislumbraba con el uso de la inteligencia no una clase de superhombre sino a una nueva servidumbre que contrasta con la venida de la felicidad. El pintor flamenco Hieronimus Bosch estampó en El Jardín de las Delicias o la Pintura del Madroño
(tríptico) en su tabla interior, la exaltación de la carne, este motivo desborda los límites del cuadro. Lo que podría ser un pecado original multitudinario representa en sí un estado alegórico de inocencia adonde no existe ningún vestigio de culpa. La pintura completa es toda felicidad, allí no existe la sugerencia, el sexo y el disfrute de la tierra y el aire queda fijo en cada rincón y en cada motivo, como un plus ultra. Aún, cuando el tema principal de la pintura debía ser (para los moralistas) la caída del hombre, no existe tal hecho. El Bosco obvia la moral e ilumina en todos los rumbos del cuadro, la luminosidad de los instintos. Finalmente, el deseo colectivo de la felicidad como fin humano, adquiere un movimiento constante, la disipación de los sentidos se muestra en cada gesto corporal, y ante el acuerdo de un disfrute colectivo, queda al descubierto el matiz primitivo de la inocencia. ¿Es la inocencia parentesco de la honestidad? ¿A quién atribuirle el rasgo de honestidad, a la inocencia o a la moral?

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